QUÉ SUERTE TENGO. YO NUNCA VÍ LAS ETIQUETAS. ¿Y TÚ?
Cada acontecimiento que vivimos, sentimos y que nos sucede en nuestra vida diaria a lo largo de los años, acaba marcándola de forma definitiva. Somos el recorrido de la vida que hacemos en nuestro caminar diario, aprendiendo y desaprendiendo a...
A mí me tocó nacer en un maravilloso pueblo del sur de España, con el bello nombre de Almonte cuya raíz es árabe. Según tengo entendido, alguna vez se llamó o lo llamaron Alistogi, aunque no recuerdo exactamente el porqué de ese término, pero me gusta cuando lo pronuncio. Investigaré porque tengo mucho interés en esta parte de mis recuerdos.
Siempre he sido, soy y seré muy inquieta, curiosa, preguntona, algo cabezota (que me hace no rendirme casi nunca), me apasiona el arte, la cultura, los viajes, ser maestra, ver más allá de lo que miro, compartir...
En esta etapa de mi vida, quiero vivir y sentir como mi corazón "quiere". Así que, como puedes ver, no soy nada fácil, pero ya me tengo bastante asumida y las personas que me quieren y que quiero lo hacen/mos, de forma incondicional.
Hacía mucho tiempo, quizás desde que comencé a publicar en mi primer blog, que pensaba que podría ayudar a las nuevas generaciones de docentes, contando mi recorrido en los últimos 40 años en el mundo de la educación, porque en esos años hemos caminado muchísimo por caminos angostos, encharcados, complejos, con múltiples leyes educativas y mentalidades contrapuestas en cuanto al concepto de educar, educación y la mejor forma de educar para crear entre todos/as, un mundo mas justo, solidario y mejor.
Pero esa idea siempre se iba posponiendo, hasta que hace cinco años, el lunes 9 de febrero de 2015, publiqué mi primera entrada titulada: "La magia de la felicidad #siemprefuimaestra" en el blog que acababa de abrir, titulado "Siempre fui maestra".
En él, comencé a desgranar capítulo a capítulo mi primera infancia, los primeros años en la escuela y cómo las experiencias vividas y sentidas dentro y fuera de la escuela, habían ido forjando a la maestra que soy hoy y que año tras año, ha ido creciendo en lo personal, social, cultural, laboral...
Estaba muy contenta porque al fin, había encontrado el tiempo y el momento de comenzar esta aventura que cada día me gustaba más. Durante los 20 meses que pasaron desde que escribí la bienvenida y un pequeño prólogo hasta el noveno capítulo que publiqué el 13 de noviembre de 2016, disfruté cada segundo buscando las imágenes, buceando en mis recuerdos, escaneando documentos, investigando...
A partir de ahí el blog quedó parado en el sexto de bachiller. Desde entonces muchas han sido las veces que me han preguntado ¿por qué no lo continúas? ¿decidiste dejarlo?. La respuesta invariablemente siempre ha sido la misma: ese blog lo continuaré, porque quiero ir desgranando el lento caminar, año tras año, curso tras curso, de mis años de docencia. Quiero seguir contando y mostrando las experiencias y las evidencias que tengo guardadas como bellos tesoros de todos y cada uno de los cursos y los centros educativos en los que he trabajado y de todo el alumnado con el que he tenido la inmensa fortuna de trabajar.
Y me siguen preguntando... pero... ¿y ese parón desde finales de 2016?. La respuesta es bastante simple. Cuestión de prioridades y cierto es, que desde entonces, todo mi tiempo y mis energías, las he tenido que poner en lo que yo llamo "LA CAUSA" que no es ni más ni menos que LA LUCHA POR LA INCLUSIÓN Y POR LO DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS.
Quizás todo lo publicado desde el 2016 en adelante, sea la parte que ya todos/as conocéis: publicaciones en múltiples blog, canales de Youtube, redes sociales, campañas, vídeos de concienciación, formación, entrevistas...
Así pues, espero y deseo con impaciencia el día en el que por fin tengamos construida la #Sociedadiversa y todas las escuelas sean inclusivas, y poder retomar de forma sistemática, esta maravillosa historia que tengo tantas ganas de compartir con los maestros/as PVC. Mientras tanto, tal vez ahora, en esta etapa de #JubiloEducativo, pueda comenzar a hilar algún capítulo.
Pero esta entrada no es para contaros esta historia, sino para compartir con todos/as vosotros/as la inmensa suerte y fortuna que me ha dado la vida:
Hace tan sólo dos días, mi madre me comentaba un capítulo de la vida de hace muchos años en nuestro pueblo, que había olvidado por completo y que puso una cascada de lágrimas a rodar por mis mejillas.
Ella recordaba perfectamente como una familia que vivía en la calle paralela a la nuestra y que tenía (como se decía antes) "tres hijos tontos". Recuerda perfectamente cómo se llamaban y lo que acontecía con ellos cuando salían a la calle. En ese instante regresé a aquellos años y recordé como los chicos/as corrían detrás de ellos diciéndoles palabras que no voy a reproducir. Yo recuerdo que alzaba mi mirada de niña pequeña y los miraba y sólo veía a unas personas que me parecían algo peculiares y diferentes, pero nada más. Recuerdo con mucha pena lo que me molestaba ver la actitud que tenían con ellos.
Yo nunca tuve la suerte de estar en una escuela diversa y compartir alma con personas diferentes, pero sí he vivido muchas experiencias y situaciones, que vistas con ojos de niña, no podía entender y que marcaron y fueron labrando en mí, a la maestra que soy. Algunas experiencias de favoritismo, desigualdad, injusticia, etc, las he ido recogiendo en los nueve capítulos de mi blog.
Mi verdadera experiencia con el mundo de las etiquetas comenzó con mi llegada al Centro de Educación Especial Aspapronias en el curso 1981-82. Unos años muy oscuros con unos diagnósticos en los que se leían algunas frases y párrafos, como si verdaderamente no se estuvieran refiriendo a personas. Yo sufrí mucho al principio, en los primeros meses de enfrentarme a esa situación de segregación, pero enseguida decidí que mis energías las iba a emplear en aprender y luchar para que esa situación cambiara.
No puedo decir que mi primer impacto al llegar al centro no me dejara totalmente desubicada y me hiciera abrir los ojos a una realidad que para la gran mayoría de las personas, era inexistente. Pero también descubrí desde el primer día, que me daba exactamente igual lo que ponían "esos papeles", porque después de leerlos, descubría que generalmente nada tenía que ver con lo que yo veía cuando miraba a los chicos/as, hablaba con ellos, jugábamos, reíamos, etc. Siempre ví, sentí y traté de entender y comprender a cada uno de ellos/as cada día, porque cada día, era una nueva aventura diferente.
Pepito, Rafa, Ana, Manolo, Dani, Manolito, Carmelo, Mª Ángeles... eran unos chicos/as con ganas de aprender y comunicarse y eso jamás lo leí en ninguno de esos papeles que los etiquetaban.
Y si ya en el Centro Específico no veía las etiquetas, ¿os podéis imaginar lo que pasaba por mi cabeza cuando se empezó masivamente a desintegrar a alumnado que hasta entonces estaba en las aulas ordinarias y ponerles etiquetas para llevarlos a las aulas de Educación Especial que se empezaban a abrir en los centros ordinarios en los curso 1984, 1985...?
Difícil, muy difícil para mí, pero tengo la gran alegría de que siempre los miré y los ví como las personas que eran, comprendiendo siempre su diversidad y luchando porque se les viera por lo que eran y no por lo que alguien había dicho que eran.
Y un buen día, ya en el colegio Lepanto en la década de los 90, me encontré con un chico que siempre está en una parte muy importante de mi corazón y que ya lo conocéis, porque en más de una ocasión, he hablado de nuestra experiencia juntos.
Un chico que estaba en Educación Infantil, que agredía a sus compañeros/as y nadie entendía porqué lo hacía. El primer día que empezamos a trabajar juntos, él me miró a los ojos, me agarró de la mano y señaló los números que había en la pizarra intentando pronunciarlos. En ese instante, él y yo comprendimos perfectamente que ambos nos habíamos visto con la mirada del cariño y que nada iba a ser como antes.
Hace unos días, buscando unos antiguos CD de sesiones prácticas de psicomotricidad, me encontré con éste CD de Bimodal del año 2000 (han pasado 20 años) con el que ambos aprendimos juntos a comunicarnos y que trabajábamos en el único ordenador el colegio que era el del equipo directivo.
Yo como os estoy contando no ví su etiqueta, que primero fue una y luego otra. Unos años después, le colocaron una, desde mi punto de vista tremendamente injusta y desacertada que lo llevó de estar integrado en un centro ordinaria en un aula ordinaria de Primaria, a un aula específica de autismo en otro centro y con alumnos/as sólo de infantil.
Y seguí sin ver la etiqueta con la que llegaba una hermosa chica rubia de ojos claros a 1º de ESO al IES Ítaca. Ambas llegábamos nuevas al instituto ese año. Nada fue fácil. Pero cada paso que daba, cada obstáculo que superaba era un triunfo para ella, para sus compañeros/as, para el profesorado y para su familia. Como digo, no fue fácil ni para ella, ni para sus compañeros/as ni para el profesorado, acostumbrado hasta entonces, a NO VER la diversidad, ni a convivir con la diferencia.
Hay otra etiqueta que también tengo la suerte de no ver porque cuando miro, veo a la persona y sus necesidades, sus capacidades, sus oportunidades. Me refiero a las altas capacidades. Por mi experiencia a lo largo de las décadas, he podido comprobar que en cuanto TODOS/AS dejamos de comparar, de separar, de rebuscar y nos dedicamos a ver las capacidades, a incluir, a fomentar la diversidad como un valor, llega el momento, en el que las etiquetas simplemente desaparecen, dejan de existir.
Juan es simplemente Juan. Un chico maravilloso que da unos abrazos muy cariñosos, que hace teatro aunque le cuesta vocalizar a veces, que corre muchísimo, que es cabezota... vaya, que Juan es así y lo vemos cómo lo que es: "Juan", y no vemos a "Juan el chico con Síndrome de Down".
Por suerte, en todos estos años, cada vez me he ido encontrando con más personas en todos los sectores de la Sociedad, que ya no VEN las etiquetas sencillamente porque muchas de ellas ya han hecho el cambio de mirada necesario, para poder gritar fuerte y claro: FUERA ETIQUETAS.
La primera vez que de forma simbólica y públicamente rompimos etiquetas fue en un acto muy emotivo y mágico para mí. Fue en la presentación de mi libro. En ese momento sentí, cómo si una especie de magia, cimbreara los corazones de las personas que las rompían y que verdaderamente habían descubierto lo maravilloso que es ver la diferencia.
Desde entonces, cada día vamos rompiendo más y más etiquetas en más eventos, actos, formaciones, campañas... sensibilizando sobre la importancia que tienen las etiquetas y sus nefastas consecuencias.
Yo ahora he decidido comenzar siempre mis formaciones prácticas con el profesorado, haciendo una dinámica en la que fijo una "norma" de entrada al aula y todo el profesorado que no la cumple, lo etiqueto. Una forma simple y efectiva de que visibilicen y sientan lo que le ocurre en la escuela y en la vida, a las personas diferentes.
Claro está que empezamos la sesión etiquetando y siempre la terminamos rompiendo las etiquetas.
-Campaña: ¡¡¡Fuera Etiquetas!!!
A mí me tocó nacer en un maravilloso pueblo del sur de España, con el bello nombre de Almonte cuya raíz es árabe. Según tengo entendido, alguna vez se llamó o lo llamaron Alistogi, aunque no recuerdo exactamente el porqué de ese término, pero me gusta cuando lo pronuncio. Investigaré porque tengo mucho interés en esta parte de mis recuerdos.
Siempre he sido, soy y seré muy inquieta, curiosa, preguntona, algo cabezota (que me hace no rendirme casi nunca), me apasiona el arte, la cultura, los viajes, ser maestra, ver más allá de lo que miro, compartir...
En esta etapa de mi vida, quiero vivir y sentir como mi corazón "quiere". Así que, como puedes ver, no soy nada fácil, pero ya me tengo bastante asumida y las personas que me quieren y que quiero lo hacen/mos, de forma incondicional.
Hacía mucho tiempo, quizás desde que comencé a publicar en mi primer blog, que pensaba que podría ayudar a las nuevas generaciones de docentes, contando mi recorrido en los últimos 40 años en el mundo de la educación, porque en esos años hemos caminado muchísimo por caminos angostos, encharcados, complejos, con múltiples leyes educativas y mentalidades contrapuestas en cuanto al concepto de educar, educación y la mejor forma de educar para crear entre todos/as, un mundo mas justo, solidario y mejor.
Pero esa idea siempre se iba posponiendo, hasta que hace cinco años, el lunes 9 de febrero de 2015, publiqué mi primera entrada titulada: "La magia de la felicidad #siemprefuimaestra" en el blog que acababa de abrir, titulado "Siempre fui maestra".
En él, comencé a desgranar capítulo a capítulo mi primera infancia, los primeros años en la escuela y cómo las experiencias vividas y sentidas dentro y fuera de la escuela, habían ido forjando a la maestra que soy hoy y que año tras año, ha ido creciendo en lo personal, social, cultural, laboral...
Estaba muy contenta porque al fin, había encontrado el tiempo y el momento de comenzar esta aventura que cada día me gustaba más. Durante los 20 meses que pasaron desde que escribí la bienvenida y un pequeño prólogo hasta el noveno capítulo que publiqué el 13 de noviembre de 2016, disfruté cada segundo buscando las imágenes, buceando en mis recuerdos, escaneando documentos, investigando...
A partir de ahí el blog quedó parado en el sexto de bachiller. Desde entonces muchas han sido las veces que me han preguntado ¿por qué no lo continúas? ¿decidiste dejarlo?. La respuesta invariablemente siempre ha sido la misma: ese blog lo continuaré, porque quiero ir desgranando el lento caminar, año tras año, curso tras curso, de mis años de docencia. Quiero seguir contando y mostrando las experiencias y las evidencias que tengo guardadas como bellos tesoros de todos y cada uno de los cursos y los centros educativos en los que he trabajado y de todo el alumnado con el que he tenido la inmensa fortuna de trabajar.
Y me siguen preguntando... pero... ¿y ese parón desde finales de 2016?. La respuesta es bastante simple. Cuestión de prioridades y cierto es, que desde entonces, todo mi tiempo y mis energías, las he tenido que poner en lo que yo llamo "LA CAUSA" que no es ni más ni menos que LA LUCHA POR LA INCLUSIÓN Y POR LO DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS.
Quizás todo lo publicado desde el 2016 en adelante, sea la parte que ya todos/as conocéis: publicaciones en múltiples blog, canales de Youtube, redes sociales, campañas, vídeos de concienciación, formación, entrevistas...
Así pues, espero y deseo con impaciencia el día en el que por fin tengamos construida la #Sociedadiversa y todas las escuelas sean inclusivas, y poder retomar de forma sistemática, esta maravillosa historia que tengo tantas ganas de compartir con los maestros/as PVC. Mientras tanto, tal vez ahora, en esta etapa de #JubiloEducativo, pueda comenzar a hilar algún capítulo.
Pero esta entrada no es para contaros esta historia, sino para compartir con todos/as vosotros/as la inmensa suerte y fortuna que me ha dado la vida:
Hace tan sólo dos días, mi madre me comentaba un capítulo de la vida de hace muchos años en nuestro pueblo, que había olvidado por completo y que puso una cascada de lágrimas a rodar por mis mejillas.
Ella recordaba perfectamente como una familia que vivía en la calle paralela a la nuestra y que tenía (como se decía antes) "tres hijos tontos". Recuerda perfectamente cómo se llamaban y lo que acontecía con ellos cuando salían a la calle. En ese instante regresé a aquellos años y recordé como los chicos/as corrían detrás de ellos diciéndoles palabras que no voy a reproducir. Yo recuerdo que alzaba mi mirada de niña pequeña y los miraba y sólo veía a unas personas que me parecían algo peculiares y diferentes, pero nada más. Recuerdo con mucha pena lo que me molestaba ver la actitud que tenían con ellos.
Yo nunca tuve la suerte de estar en una escuela diversa y compartir alma con personas diferentes, pero sí he vivido muchas experiencias y situaciones, que vistas con ojos de niña, no podía entender y que marcaron y fueron labrando en mí, a la maestra que soy. Algunas experiencias de favoritismo, desigualdad, injusticia, etc, las he ido recogiendo en los nueve capítulos de mi blog.
Mi verdadera experiencia con el mundo de las etiquetas comenzó con mi llegada al Centro de Educación Especial Aspapronias en el curso 1981-82. Unos años muy oscuros con unos diagnósticos en los que se leían algunas frases y párrafos, como si verdaderamente no se estuvieran refiriendo a personas. Yo sufrí mucho al principio, en los primeros meses de enfrentarme a esa situación de segregación, pero enseguida decidí que mis energías las iba a emplear en aprender y luchar para que esa situación cambiara.
No puedo decir que mi primer impacto al llegar al centro no me dejara totalmente desubicada y me hiciera abrir los ojos a una realidad que para la gran mayoría de las personas, era inexistente. Pero también descubrí desde el primer día, que me daba exactamente igual lo que ponían "esos papeles", porque después de leerlos, descubría que generalmente nada tenía que ver con lo que yo veía cuando miraba a los chicos/as, hablaba con ellos, jugábamos, reíamos, etc. Siempre ví, sentí y traté de entender y comprender a cada uno de ellos/as cada día, porque cada día, era una nueva aventura diferente.
Pepito, Rafa, Ana, Manolo, Dani, Manolito, Carmelo, Mª Ángeles... eran unos chicos/as con ganas de aprender y comunicarse y eso jamás lo leí en ninguno de esos papeles que los etiquetaban.
Y si ya en el Centro Específico no veía las etiquetas, ¿os podéis imaginar lo que pasaba por mi cabeza cuando se empezó masivamente a desintegrar a alumnado que hasta entonces estaba en las aulas ordinarias y ponerles etiquetas para llevarlos a las aulas de Educación Especial que se empezaban a abrir en los centros ordinarios en los curso 1984, 1985...?
Difícil, muy difícil para mí, pero tengo la gran alegría de que siempre los miré y los ví como las personas que eran, comprendiendo siempre su diversidad y luchando porque se les viera por lo que eran y no por lo que alguien había dicho que eran.
Y un buen día, ya en el colegio Lepanto en la década de los 90, me encontré con un chico que siempre está en una parte muy importante de mi corazón y que ya lo conocéis, porque en más de una ocasión, he hablado de nuestra experiencia juntos.
Un chico que estaba en Educación Infantil, que agredía a sus compañeros/as y nadie entendía porqué lo hacía. El primer día que empezamos a trabajar juntos, él me miró a los ojos, me agarró de la mano y señaló los números que había en la pizarra intentando pronunciarlos. En ese instante, él y yo comprendimos perfectamente que ambos nos habíamos visto con la mirada del cariño y que nada iba a ser como antes.
Hace unos días, buscando unos antiguos CD de sesiones prácticas de psicomotricidad, me encontré con éste CD de Bimodal del año 2000 (han pasado 20 años) con el que ambos aprendimos juntos a comunicarnos y que trabajábamos en el único ordenador el colegio que era el del equipo directivo.
Yo como os estoy contando no ví su etiqueta, que primero fue una y luego otra. Unos años después, le colocaron una, desde mi punto de vista tremendamente injusta y desacertada que lo llevó de estar integrado en un centro ordinaria en un aula ordinaria de Primaria, a un aula específica de autismo en otro centro y con alumnos/as sólo de infantil.
Y seguí sin ver la etiqueta con la que llegaba una hermosa chica rubia de ojos claros a 1º de ESO al IES Ítaca. Ambas llegábamos nuevas al instituto ese año. Nada fue fácil. Pero cada paso que daba, cada obstáculo que superaba era un triunfo para ella, para sus compañeros/as, para el profesorado y para su familia. Como digo, no fue fácil ni para ella, ni para sus compañeros/as ni para el profesorado, acostumbrado hasta entonces, a NO VER la diversidad, ni a convivir con la diferencia.
Hay otra etiqueta que también tengo la suerte de no ver porque cuando miro, veo a la persona y sus necesidades, sus capacidades, sus oportunidades. Me refiero a las altas capacidades. Por mi experiencia a lo largo de las décadas, he podido comprobar que en cuanto TODOS/AS dejamos de comparar, de separar, de rebuscar y nos dedicamos a ver las capacidades, a incluir, a fomentar la diversidad como un valor, llega el momento, en el que las etiquetas simplemente desaparecen, dejan de existir.
Juan es simplemente Juan. Un chico maravilloso que da unos abrazos muy cariñosos, que hace teatro aunque le cuesta vocalizar a veces, que corre muchísimo, que es cabezota... vaya, que Juan es así y lo vemos cómo lo que es: "Juan", y no vemos a "Juan el chico con Síndrome de Down".
Por suerte, en todos estos años, cada vez me he ido encontrando con más personas en todos los sectores de la Sociedad, que ya no VEN las etiquetas sencillamente porque muchas de ellas ya han hecho el cambio de mirada necesario, para poder gritar fuerte y claro: FUERA ETIQUETAS.
La primera vez que de forma simbólica y públicamente rompimos etiquetas fue en un acto muy emotivo y mágico para mí. Fue en la presentación de mi libro. En ese momento sentí, cómo si una especie de magia, cimbreara los corazones de las personas que las rompían y que verdaderamente habían descubierto lo maravilloso que es ver la diferencia.
Desde entonces, cada día vamos rompiendo más y más etiquetas en más eventos, actos, formaciones, campañas... sensibilizando sobre la importancia que tienen las etiquetas y sus nefastas consecuencias.
Yo ahora he decidido comenzar siempre mis formaciones prácticas con el profesorado, haciendo una dinámica en la que fijo una "norma" de entrada al aula y todo el profesorado que no la cumple, lo etiqueto. Una forma simple y efectiva de que visibilicen y sientan lo que le ocurre en la escuela y en la vida, a las personas diferentes.
Claro está que empezamos la sesión etiquetando y siempre la terminamos rompiendo las etiquetas.
¿Qué haces con las etiquetas?
¿Para qué te sirven?
-Campañas de concienciación. Compromiso con la diversidad. #FueraEtiquetas.¿Para qué te sirven?
Estaría muy bien que este tema de las etiquetas se trabajara de forma transversal y sistemáticamente dentro y fuera de los centros educativos con compromiso y responsabilidad.
Sería una idea estupenda que aprovecháramos este momento de #EducarenTiempodelCoronavirus, para plantearnos acciones conjuntas y globales que nos lleven a ELIMINAR TODO TIPO DE ETIQUETAS y QUE TRABAJEMOS Y LUCHEMOS JUNTOS/AS POR LOS DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS EN SU DIVERSIDAD.
Os dejo algunas propuestas que ya hemos realizado, con el objetivo de que quienes queráis, podáis replicarlas.
Estoy segura que todo el profesorado, las familias, las asociaciones, las instituciones... van a encontrar formas EFECTIVAS y CREATIVAS de eliminar las etiquetas para siempre, como haremos con este maldito virus.
Sería una idea estupenda que aprovecháramos este momento de #EducarenTiempodelCoronavirus, para plantearnos acciones conjuntas y globales que nos lleven a ELIMINAR TODO TIPO DE ETIQUETAS y QUE TRABAJEMOS Y LUCHEMOS JUNTOS/AS POR LOS DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS EN SU DIVERSIDAD.
Os dejo algunas propuestas que ya hemos realizado, con el objetivo de que quienes queráis, podáis replicarlas.
Estoy segura que todo el profesorado, las familias, las asociaciones, las instituciones... van a encontrar formas EFECTIVAS y CREATIVAS de eliminar las etiquetas para siempre, como haremos con este maldito virus.
-Campaña: ¡¡¡Fuera Etiquetas!!!