LAS FAMILIAS INCLUSIVAS. CLAVES PARA LA #INCLUSION

LAS FAMILIAS INCLUSIVAS. 
CLAVE PARA LA #INCLUSION.



En esta entrada cuando hablo de familias inclusivas me estoy refiriendo a las familias en general, aunque voy a contar algunas experiencias concretas de familias que tienen hijos con distintas dificultades, necesidades educativas especiales, altas capacidades, enfermedades, etc.


En mi larga experiencia aculada a lo largo de mis treinta y ocho años como maestra (me encantan las palabras "maestra y escuela") siempre he trabajado y luchado codo con codo, con las familias que se ocupaban y preocupaban por una buena educación para sus hijos y con las que no lo hacían, he tratado de implicarlas de mil formas, aunque no siempre lo he conseguido. 

También he sufrido y padecido a otras familias que no apostaban por sus hijos y que entorpecían su desarrollo y su autonomía. El proteccionismo, mirarlos siempre como si fueran niños pequeños, la pena, la falta de expectativas... siempre me han desesperado y aunque he tratado de que cambiaran, debo de reconocer, que en muchos de esos casos, pocas veces lo he conseguido.

En general puedo decir, que en el largo camino recorrido, siempre han sido muchas más las familias luchadoras e implicadas en la educación de sus hijos que las que no lo estaban. 

Y puedo decir con satisfacción, que muchas familias inclusivas han sabido agradecer a los equipos educativos que trabajábamos con sus hijos, a través de reconocimientos y felicitaciones públicas y privadas, con cartas de agradecimiento y otros preciosos detalles, que nos han llenado siempre de alegría, la labor que realizamos con sus hijos/as.



En el año 1981 empecé a trabajar en un Centro Específico creado por una Asociación de Padres. Allí comencé a darme cuenta del gran corazón y las infinitas ganas que tenían muchas familias de luchar por el derecho a la Educación de sus hijos. Nunca se rendían, pese a los tiempos de exclusión y segregación social y escolar en el que nos encontrábamos. 

Como comento en mi libro "Aulas Inclusivas. Experiencias prácticas", la intensa lucha de la madre de Daniel por sacarlo del centro específico a un centro ordinario, me enseñó que nunca tenemos que rendirnos. Junto a ella viví una de las grandes batallas de aquellos años. Y lo conseguimos. Daniel salió del centro específico a un aula de educación especial en un centro ordinario.

Algunas familias en aquellos años, empezando la década de los ochenta, luchaban sin descanso porque tenían a sus hijos con discapacidad encerrados en sus casas. Digo bien, "encerrados" porque ni iban a la escuela, ni salían de la casa, ni se relacionaban con nadie. 


Para la sociedad eran invisibles,
 no existían. 

Las familias que tenían la valentía de no rendirse y de enfrentarse a esa realidad luchando de la forma que fuera, creando centros específicos o enfrentándose decididamente a los médicos que nunca veían en sus hijos ninguna posibilidad de desarrollo y de futuro, acababan consiguiendo que sus hijos empezaran a tener algunos derechos. 

Tenían que enfrentarse a las leyes y luchar para cambiarlas. El tiempo pasaba tan lento, que parecía que aquellas situaciones nunca cambiarían. Y sí que han ido cambiando, aunque tan lentamente que como no me canso de repetir, a mí me desespera.

Cuando salí del centro específico me encontré con más "familias luchadoras" acompañadas de "maestros héroes"  y juntos acababan ganando pequeñas batallas. 

En Almonte en el año 1984, como comentaba José María en la presentación de mi libro, logramos dos grandes éxitos, que siempre recordamos con alegría. 

Con la lucha de las familias y la nuestra junto a ellas, conseguimos que un alumno que estaba excluído del sistema con 14 años fuera por primera vez a la escuela y que una niña con Sindrome de Down se escolarizara en un aula ordinaria.

Con trabajo y lucha de algunos sectores de la sociedad, las leyes comenzaron a ir cambiando  y a recoger en ellas el derecho a la educación de las personas con discapacidad. 

Hasta que por fin, todas las leyes recogen que todas las persona tienen derecho a la educación y ya nadie debería de cuestionar ni infringir ese derecho

Y digo debería, porque es una triste realidad que casi 40 años más tarde y en pleno siglo XXI, en el año 2018 aún hay alumnos de tercera categoría excluidos y segregados del sistema educativo.

Mi experiencia a lo largo de estos años con las familias ha sido muy estrecha. Cuando entre ellas, el equipo educativo y yo hemos tenido claras las metas a conseguir, y hemos trabajado en equipo, sus hijos han avanzado bastante bien.  

Nuestros brazos y nuestras manos han estado remando unidas en la misma dirección y juntos hemos visto crecer siempre de forma progresiva a sus hijos. 

El diálogo y el consenso han marcado siempre los equipos que hemos ido construyendo. En esa sintonía hemos ido desarrollando propuestas comunes para alcanzar el máximo desarrollo de todas las capacidades y competencias y sobre todo, el crecimiento personal en todos los campos de la vida: social, educativa, laboral...

En ese acuerdo mutuo familia-escuela-maestro se han ido desarrollando las seis C que son necesarias e imprescindibles para construir juntos un buen futuro para sus hijos.



Podría poner múltiples ejemplos de "familias inclusivas", con las que sigo manteniendo contacto a lo largo de los años. Que me cuenten los progresos de sus hijos, me hace sentir mucha felicidad. Ver a los chicos y chicas convertidos en hombres y mujeres valientes y con futuro, era la meta que perseguíamos a lo largo de los años de su escolaridad. Siempre trabajaron duro para conseguirlo, porque nadie les regaló nada.

También puedo poner algunos ejemplos de "familias entorpecedoras" que están siempre cuestionándolo todo, que en vez de construir destruyen, que reman en sentido contrario... en esos casos, las evidencias me han ido demostrando que los avances de sus hijos se enlentecen. 

Restar y dividir esfuerzos no producen los mismos resultados  que sumar y multiplicar.

Muchas veces, como he dicho ya y sigo repitiendo, creo que este es el mejor momento para construir inclusión y una sociedad diversa. 

Cada día veo y compruebo cómo muchas "familias inclusivas" están trabajando sin descanso a través de asociaciones formales e informales, en colectivos o en solitario, por una buena educación de calidad y equidad. Se están enfrentando, como lo hacía la madre de Daniel, a seguir derribando muros y rompiendo etiquetas.

Las familias inclusivas hoy como siempre y más que nunca, tienen la fuerza junto a los sectores inclusivos de la sociedad, para poder seguir avanzando en derechos y en justicia social. 


Ninguna persona debería ser
 "ciudadano de tercera" 
en el siglo XXI.

Por ello, siempre estoy dispuesta y disponible, de la misma forma que lo estaba hace treinta y ocho años, a caminar junto a las familias y a los distintos sectores de la sociedad que caminen con el rumbo fijo hacia la meta de la diversidad.

Cada vez dejo más pronto de perder energía y esfuerzo, con aquellas familias empeñadas en caminar por otros caminos que no son inclusivos. 

A través de mis años de experiencia, he podido comprobar que las familias inclusivas:



Las familias inclusivas, son pues, una clave fundamental para la inclusión dentro y fuera del aula, del centro, en el barrio y en la sociedad en general, ya que ellas son esenciales a la hora de trabajar para conseguir una educación inclusiva de calidad.

Las últimas líneas e esta entrada quiero dedicarlas  a dar las gracias a las familias inclusivas con las que tanto he trabajado, compartido y sigo compartiendo cada día. 

Gracias por:

-Confiar en los equipos educativos de sus hijos y en mí.
-Vuestra implicación y apoyo constante.
-Reconocer el esfuerzo y la implicación de los profesores inclusivos.
-Habernos dejado participar en sus vidas y tener la inmensa alegría de ver crecer a sus hijos y disfrutar de verlos llegar cada mañana, ir contentos a la escuela. 
-Gracias por querernos y hacernos feliz.

Las familias inclusivas 
son claves para la inclusión.

Mi sueño es que todas lo sean, porque todos los chicos/as son diversos, tengan o no NEE, altas capacidades, etc, etc.

y tú... ¿eres una familia inclusiva?

¿Trabajamos juntos por metas comunes?
3 Responses
  1. Unknown Says:

    Estoy totalmente de acuerdo. Formamos un equipo que rema en la misma dirección que las familias y cuando asi lo perciben, la energía suma en beneficio de nuestro alumnado.


  2. cristina Says:

    yo me considero una familia luchadora. Mi hija lo vale y si ella no se rinde y cada día lucha por aprender, yo lucho para que aprenda con las mejores condiciones. Pero te tengo que decir que aquí en Catalunya, las cosas son difíciles de conseguir. Necesitamos gente como tu que reme junto a las familias y nos ayuden en momentos bajos.
    Me encanta leerte, pero veo que aquí falta tanto por aprender en inclusión...hablan de inclusión segregando y separando niños a aulas pequeñas donde van los que tienes "dificultades", hablan de inclusión cuando no ven el esfuerzo de los pequeños y solo hacen que comparar con el resto de niñ@s, hablande inclusión cuando no creen en ell@s. Hoy estoy triste. Seguro que en unos días subo y sigo luchando.
    Luchar solas a veces cansa, pero seguiremos por nuestra pequeña.
    un fuerte abrazo